El hilo de la vida, hilando las relaciones con la raíz materna (proyecto Duoda, 2021)

 




El hilo de la vida, hilando las relaciones con la raíz materna es un proyecto que nace de la necesidad de hacer circular el simbólico de la madre con las palabras de la lengua materna, lengua que no se olvida jamás, porque es don de la madre y la madre es infinita, nunca muere.

La palabra vehicula la relación originaria entre la madre y su criatura porque de ella recibimos la vida y la palabra juntas, nexo intrínseco de la condición humana, ya que mujeres y hombres somos nacidas y nacidos de mujer, aunque es el cuerpo de la niña el depositario de la lengua materna, lengua que hace simbólico con el cuerpo, cuerpo sexuado en femenino con su más que consiste en la capacidad de ser dos y tener una clítoris, fuente originaria del placer femenino. La capacidad de ser dos del cuerpo femenino no determina la maternidad, menos aún, si no es deseada. Las mujeres tenemos la facultad de la apertura a lo otro que es la diferencia sexual y la abertura a lo infinito porque toda mujer es prefálica e inviolable, en tanto poseedora de una potencia generadora y creativa que no puede ser reducida a la medida del orden de la espada[1].

Afirmarme en la relación encarnada desde donde emana la autoridad femenina, autoridad primera que viene de la experiencia originaria con la madre, una mujer concreta que, al mismo tiempo, te da la vida, te enseña la lengua, lengua materna con la aprendemos el mundo dándonos sentido de realidad y de verdad, veracidad que proviene del sentir - la llamada de las entrañas - (María-Milagros Rivera Garretas), de ahí el reconocer la deuda impagable con la madre (Diana Sartori) y saber amarla (Luisa Muraro).

Lo quise realizar con mi abuela Zoila, relación vital o relación sin fin,[2] a la que deseo dar existencia simbólica. Me manda el vínculo o ligamen[3] con la mujer/madre/abuela que junto con mi madre hizo posible mi permanencia en el mundo.

Cuando pienso en la experiencia de mi primera infancia no hay otra cosa más que la relación mediada por las mujeres con las que convivía, mi abuela Zoila, mi madre Cecilia y mi tía Ana Rosa. En mi casa no había padre, “no había quien pusiera orden” decían y ¡menos mal!

… Reinaba la Armonía…

Recuerdo mucho estar con ellas viéndolas y acompañándolas en las actividades de la vida cotidiana o prácticas de creación y recreación de la vida y de la convivencia humana como las ha llamado María-Milagros Rivera Garretas, aprendiendo el mundo e ir nombrando las cosas en correspondencia con las palabras de la lengua materna, aprendizaje en relación. Cómo olvidar la ropa confeccionada o reparada con sus manos. Era mi madre quien, especialmente, con mucha creatividad, confeccionaba cortinas y tapices para adornar los muebles y la casa. Durante años la vi pintando la fachada y los interiores. Fue una mujer que amaba tener los ambientes limpios y adornados, también amaba las plantas. Con mis hermanas y hermano nos divierte y emociona cuando hablamos de ella y de las anécdotas en torno a cómo llevaba el tema de la limpieza de la casa. Araceli, mi hermana, a veces estalla en risa al decirnos: ¡ando limpiando igualito que mi mamá, me pongo tan Cecilia!

Por eso, traer la armonía del simbólico de la madre de vuelta a mi vida significa sentir como propio lo que siempre estuvo como medida dada por las relaciones, una medida relativa y no absoluta como la verdad moderna que opera como universal presentándose como legítima autoridad, declarando inculta y apolítica las prácticas o el hacer orientado por las relaciones (Diana Sartori), ese llamado “mundo privado o doméstico”, corte impuesto por el orden de la espada y su contrato sexual que no reviste de valor social a las mujeres y su hacer cotidiano que nutre al mundo entero porque, como dice María-Milagros Rivera Garretas “las mujeres no nos limitamos a mantener ni a reproducir, sino que creamos y recreamos vida (…) obra primera de la civilización, obra históricamente más femenina que masculina”[4].

Restituir el simbólico de la madre me ha dejado sentir la libertad femenina. Libertad relacional[5].

La fuente de inspiración ha venido de las asignaturas del máster y de algunas lecturas en particular que me llevaron a escudriñar en mi propio sentir[6], a través de las cuales he tomado conciencia de la necesidad del simbólico de la madre para sentirme una mujer libre. El reconocimiento de autoridad con mi madre concreta era lo que estaba ausente en mi vida o, mejor dicho, silenciado por la violencia hermenéutica.

¿Cómo lo supe?, porque lo he sentido en mis entrañas. Se produjo en mí un desplazamiento de sentido y de sentir que radica en el placer de saberme mujer, porque “el ser mujer se elige sabiendo que no es objeto de elección”[7] y nacida de mujer, distinguiendo, como dice Diana Sartori, entre la naturaleza de la autoridad materna y los contenidos de la relación con la madre cuando, sobre todo en mi experiencia, en que lo negativo de la relación con la madre había sido un profundo y doloroso nudo.

Agradezco, especialmente, a la profesora Donatella Franchi que, con su asignatura La novedad fértil, amplió mis horizontes para concebir la práctica creativa/artística femenina, invitándome a re-mirar y re-significar el concepto de “arte” y de “artista”, pues la grandeza femenina consiste en no separarse del sentir para la creación como tampoco de las relaciones que conllevan un proceso creativo[8]. Gesto político, propio de la política de las mujeres del último tercio del siglo XX, que lo han puesto en el centro con la toma de conciencia. Me ha inspirado al mismo tiempo su propia obra y creación la que, generosamente, ha compartido conmigo, siendo una guía para el trabajo que estoy presentando[9].

Esta nueva mirada hacia las artes y las prácticas artísticas hizo que sintiera El final del patriarcado[10]dado que muchas mujeres ya no le damos crédito a los cánones androcéntricos al crear, pensar, leer, practicar las artes o cualquier otra actividad que nos da placer, y que, para mí, ha sido la epifanía de la mujer clitórica, es decir, la mujer que no cede simbólico ni entra en contradicciones, porque ya no le van las antinomias ni el doble tirón que hacen equivocarnos de orgasmo. Al conectarnos con nuestro placer propio, el placer clitórico traemos de retorno la capacidad creadora para concebir cuerpos sin coito y conceptos sin falo.[11]

 

El arte de la relación. Creación enraizada

“Ya no es la vida la que es transformada en arte mediante la creación de una obra maestra, como se suele decir; es la vida entera la que se convierte en ‘obra maestra’ si se pone la propia creatividad al servicio de la vida” Donatella Franchi.[12] 

La propuesta del hilar con la genealogía materna hizo resonancia en mi abuela que me incentivó a que fuese un trabajo manual ofreciéndome sus manos creadoras y creativas, manos que mantienen viva la práctica femenina del tejer (texere - entrelazar), coser (consuere - uniendo una pieza con otra) y bordar (adornar con hilo una tela). El hilo de las hilanderas nos cuenta María-Milagros Rivera Garretas, es el hilo de los conceptos sin falo, porque son castas y anteriores al falo y al contrato sexual impuesto en las sociedades patriarcales. Y “sigue siendo una Hilandera cada madre que hila desde la concepción el destino de las vidas de su descendencia”[13]. Mi deseo quiso que el hilo de la lengua materna hiciera texto/tejido/hilar genealógico. Hilo que nos entrelaza con el origen que es siempre femenino, porque es la madre la que está siempre antes[14].

En relación dual comenzamos a trabajar, es decir, una co-creación que iniciamos el mes junio hasta mediados de agosto (nos hemos entusiasmado tanto que seguimos hilando). Me dispuse a la escucha de la lengua materna, fiada como cuando era una niña en un viaje adelante y atrás.[15]

Comenzamos reuniéndonos los domingos en las tardes a conversar sobre su vida, visitando pasajes de sus memorias. Nos adentramos en su historia, la que solo puede ser dicha a partir de sí, cobrando relevancia la figura de la historia viviente de Marirí Martinengo, “que no rechaza la imaginación, una imaginación que hunde sus raíces en la experiencia personal, historia más verdadera porque no borra las razones del amor, no expulsa las relaciones de su proceso cognitivo”.[16] Sin ser yo una historiadora, me toca profundamente hacer historia viviente de la vida de mi abuela, con ella, veracidad histórica del sentir, sentir originario o la verdad de las entrañas, sede de los sentimientos dice María Zambrano, porque “los sentimientos constituyen la vida del alma, que son el alma misma”.[17]

Nos sumergimos en las aguas profundas del sentir, experiencia que habíamos compartido con la lectura del libro “El cuerpo partido. Poemas sin piel”, de Susanna Pruna que, para mi abuela, significó decir su verdad - el incesto - que fue escuchada y creída por mí y sus otras nietas con las que se relaciona de forma auténtica y que, en este proceso de creación, también quisieron hacerse parte. En ese sentido, este proyecto retoma esa hebra para seguir hilando con las palabras que descifran el sentir “porque lo propio de los sentimientos no es ser analizados, sino expresados”[18].

Me interesa mencionar que las creaciones que componen el proyecto de ‘lienzo y libro de artista’ tienen un sentido que las hace singular, una como texto/tejido y la otra como imagen, aunque eso no implica que vayan separadas, ambas expresan lo genuino de la lengua materna.

Quiero dar las gracias a mi semejanta Anita Quintana Aedo de Feministas Lúcidas[19], que quiso colaborar con mi proyecto poniendo a disposición el talento de la diagramación y el gusto de estar en relación[20].

 






Lienzo

Es una obra en tela crea cruda o tela rústica (1,67 cm.), compuesto por 40 retazos del mismo material.

Para el proceso de creación mi abuela utilizó como materiales hilo de color blanco para hilvanar, hilos de colores para bordar, aguja y perlas sintéticas de color blanco.

Cada retazo lleva escrita una palabra que expresa el sentir de alguna experiencia de su vida como, por ejemplo, la calle Nueva de Matte, lugar de infancia y casa de su abuela Dorila, mismo lugar donde se encontraban los lavaderos de ropa en que, su madre y su abuela, “Las lavanderas” trabajaban lavando ropa ajena.

Las palabras bordadas hallaron un lugar sin orden alguno en el lienzo, mejor dicho, se hallaron mezclándose con el sentido de las relaciones y de los acontecimientos. Palabras hiladas como una especie de revelación de los sentires (Candela Valle) que nos permitió a ambas sentirnos vivas.

 




Libro de artista

Es un libro realizado artesanalmente con la técnica de acordeón. En este expongo una secuencia fotográfica de las manos femeninas de la genealogía materna acompañada de diversos elementos como la rosa y la perla que simbolizan la sexualidad y placer femeninos. Rosa es también el nombre de mi abuela Zoila Rosa y de mi tía Ana Rosa, ambas nacidas el 19 de junio.

Las figuras de la virgen y la mar son muy significativas en la vida de mi abuela ya que fue su madre, Zoila Amada, quien le señala que “la mar es una mujer” y su abuela Dorila trae consigo a “la virgen”, una figura de yeso, legado simbólico de las madres anteriores. En la actualidad la virgen está al cuidado de mi abuela quien, a su vez, me la ha encomendado “cuando parta de este mundo”.


He descubierto, a través de la devoción a la virgen y al rosario por parte de mi abuela, la presencia de los misterios clitóricos de los que nos habla María-Milagros Rivera Garretas en su libro. Desde que soy una niña la he visto rezar el rosario. Ahora sé que no es casualidad que mi madre fuese nombrada Cecilia del Rosario, gesto de amor a la madre virgen.


De igual forma, cada nieta o nieto al nacer, hemos recibido una cinta de color rojo con una medallita de la virgen, cinta que es enganchada en la ropa con un pequeño alfiler y colocada en la zona del pecho. Este adorno femenino es muy propio de la lengua materna de las mujeres de mi familia como símbolo de protección del cuerpo y del espíritu de la criatura recién nacida y traída al mundo por la madre. Ahora sé que no es solo un adorno, sino que es un fiarse en la raíz femenina clitóricala virgen, mujer que da vida sin coito, sabiduría de la lengua materna que sabe que el cuerpo es obra de la madre. Reconozco en este aprendizaje de la lengua materna que he visto y oído durante toda mi vida, una práctica femenina enraizada que siguen incluso realizando las generaciones de nietas o bisnietas que han traído hijas o hijos al mundo. Simbólico de la madre que no se somete a juicio porque no entra en contradicciones o falsas dicotomías para decir la experiencia, la que se vive como una verdad de las mujeres sin orden y sin falo.

 

“La mujer clitórica que siempre estuvo ahí se vuelve reconocible en su modo de ser madre y de concebir nombres una vez terminado el patriarcado. Un indicio más de que estamos en la Era de la Perla”[21].

 



 

 



[1] Bárbara Verzini. La Madre en la Mar. El Enigma de Tiamat, 2021. Traducción de María-Milagros Rivera Garretas.

[2] Es una expresión de María-Milagros Rivera Garretas que leí por primera vez, el año 2017, en el libro El trabajo de las palabras, una creación inacabada nacida de la relación entre mujeres, sin embargo, releyéndolo para un club de lecturas con las Feministas Lúcidas, el año 2020, caí en cuenta de que es la manera de estar en el mundo sabiendo que es la relación sin fin la que trae de retorno la armonía del simbólico de la madre y la autenticidad de la mujer clitórica.

[3] A propósito de la pregunta ¿Quién te lo manda hacer? ejercicio del temario 5 Libertad “con”. La orientación de las relaciones, de la profesora Diana Sartori.

[4] María-Milagros Rivera Garretas. La vida y la no vida, pestes y mortandades (ub.edu) y temario 9 Ecofeminismo, de la asignatura sexuar tú la política.

[5] Descubrimiento de LiaCigarini que señala que la libertad es sexuada.

[6] El capítulo “Violencia hermenéutica o clitoridectomía simbólica” del libro El placer femenino es clitórico, de la profesora María- Milagros Rivera Garretas para la asignatura “Sexuar tú la política”; Temarios de la asignatura “Pensar lo que hacemos”, de la profesora Diana Sartori y “La política de lo simbólico” de la profesora Clara Jourdan.

[7] Lo dijeron las mujeres de la Librería de mujeres de Milán en El placer femenino es clitórico, 2020. María-Milagros Rivera Garretas. P.90-91

[8] Carla Lonzi es una de las más mujeres más inspiradoras y genuinas con su crítica a la concepción de arte y artista que la llevan a replantearse todo, siendo ella una artista y crítica de arte, e incluso su relación con Pietro Consagra.

[9] El mapa de Tendre; el libro dedicado a su madre Clotilde y, el proyecto Reparar las relaciones. Tejer relaciones es arte, 2018. En colaboración con Adriana Sbrogiò. Quiero también reconocer a las maestras de mi infancia,entre los años 1987 y 1993, Yona Leiva y Alicia Torresde quienes aprendí el placer de crear con las manos.

[10] Descubrimiento de las mujeres de la librería de Milán, año 1996. Sottosopra Rosa. Cuando este documento fue escrito y salió a la luz, tenía 16 años, ahora, a mis 41 años, es una maravilla leerlo y sentirlo en mi vida.

[11]


María- Milagros Rivera Garretas, El placer femenino es clitórico. 2020.

[12] Temario 9. Asignatura “La novedad fértil”. Reparar las relaciones. Tejer relaciones es arte. Traducción de María-Milagros Rivera Garretas, 2018.

[13]El placer femenino es clitórico. 2020 p. 163-164.

[14] Lo aprendí leyendo a Luce Irigaray, María-Milagros Rivera Garretas, Bárbara Verzini y Diana Sartori. Ahora lo sé, porque lo siento en mí.

[16] María-Milagros Rivera Garretas. Seminario Escritos de Mujeres. Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM presentaron la conferencia "La verdad ausente de la filosofía: la historia viviente", 2018.  Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=lhYfXEpzLyY

[17] María Zambrano. Para una historia de la piedad. 1989 P.103.

[18] María Zambrano. Para una historia de la piedad, 1989 p. 104.

[19]Espacio que fundamos con Andrea Franulic, el año 2014, como un club de lecturas. Lo hemos nutrido junto a otras por amor a la política de las mujeres y a la genealogía femenina libre.

[20] surge de la contratación entre nosotras, figura de intercambio aprendida con la profesora Clara Jourdan, una guía para hacer circular la autoridad femenina.

[21] María- Milagros Rivera Garretas, El placer femenino es clitórico. 2020. P.181


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